viernes, 26 de abril de 2013


Era el primer día de clases de estrategias de intervención, tenia muchas expectativas sobre ese ramo, con todos con quienes he hablado de segundo año me han dicho lo mismo: “ah es bacán, es como la clase de relajo”. Cuando comenzó la clase, se presentaron los profesores y la profesora Erna nos contó un poco lo que hacia, que era terapeuta ocupacional y que trabaja principalmente con pacientes terminales, que era reconocida en todo el país y fuera también, me impresione (al parecer la mayoría, son personas muy reconocidas con varios títulos y que han realizado muchas actividades importantes en su vida).
Recuerdo que los profesores tenían una energía especial, conectaron muy rápido con todos nosotros. Reconocieron que cada uno tenía una habilidad especial y que la idea era desarrollar esas habilidades, fue muy entretenido ver que cuando nombraban una habilidad muchos levantaban la mano, no podía evitar sonreír y al parecer a mis amigos igual les gusto, pues no paraban de reír, se notaba la excitación en el ambiente.
Luego de haber presentado el programa con el que vamos a trabajar a lo largo del semestre la profesora nos hizo escribir tres habilidades positivas que nos identificaran,  me costo bastante pues nunca me había detenido a pensar en lo que se me daba mejor. Escribí en primer lugar imaginativo; porque he leído muchos libros de fantasía, los que han influido bastante en mi personalidad, por lo que siempre estoy creando historias en mi mente. En segundo lugar puse perceptivo, pues suelo darme cuenta de situaciones y emociones por las que pasan las personas, sin que los demás se percaten y en tercer lugar escribí fiable, porque las personas siempre me cuentan sus secretos o problemas y los ayudo en lo que puedo. Una vez escritas, me junte con una compañera con la que nunca había hablado, salimos al patio y conversamos, resulto ser muy amigable y no nos costo entablar una conversación fluida, me contó porque había elegido esas habilidades y yo le explique porque escogí las mías. Una vez que nos presentamos frente a otras parejas, nos juntamos con otro grupo y creamos una especie de grito que nos representara a todos, resulto muy gracioso porque uno a uno íbamos diciendo una característica y lo que decía yo, era una frase con melodía, no rimaba para nada con el grito, por lo que mis amigos se mataron de la risa. Cuando llego la hora de gritar nuestra frase no me sentí para nada inquieto, algo  muy extraño, pues normalmente cuando tengo que exponer un trabajo o salir al frente, me pongo nervioso. Pero esta vez era diferente, el ambiente que había era de risa y alegría (en parte por el fin de semana largo y reconozco que estaba ansioso por irme a mi ciudad natal, Rancagua). Una vez dichos los gritos fuimos a fuera a sacarnos fotos entre nosotros, Cuando me fui, sentía como esa clase me había devuelto el deseo de estudiar terapia ocupacional.

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